La carpeta de actividades diarias en primaria

La carpeta de actividades diarias en primaria

¿Todavía la carpeta diaria? Un llamado a repensar nuestras prácticas

Hace tiempo que vengo reflexionando —y conversando con colegas— sobre algunas prácticas que siguen vigentes en nuestras escuelas como si fueran intocables. Una de ellas es la ya conocida “carpeta diaria” en el Nivel Primario. Quienes trabajamos en las aulas sabemos lo que implica sostenerla: no solo por el tiempo y esfuerzo que demanda, sino por lo que representa simbólicamente. Una forma de control, más cercana a la desconfianza que a lo pedagógico.

La obligatoriedad de esta carpeta no es una tradición inofensiva. Tiene raíces normativas muy viejas: fue establecida en 1961, en el Reglamento General de Escuelas de la provincia de Santa Fe, durante una dictadura militar. Un contexto autoritario y patriarcal, donde el rol docente —mayoritariamente femenino— era concebido como subordinado, sin autonomía ni voz propia. La carpeta diaria, visada por directivos, no nacía como una herramienta pedagógica, sino como un instrumento de vigilancia.

Hoy, esa mirada resulta insostenible. Quienes enseñamos en primaria somos profesionales formados, con título superior, con capacidad de planificar, intervenir y evaluar desde una perspectiva situada y reflexiva. Exigirnos una carpeta diaria prolija, uniforme y visada no solo desconoce nuestra formación, sino que limita la libertad pedagógica consagrada por ley.

Pero no es la única práctica obsoleta que seguimos arrastrando. Cada año, por ejemplo, el censo escolar lo sigue completando exclusivamente el Nivel Primario, como si el Secundario —que es obligatorio desde hace casi dos décadas— no necesitara también conocer su matrícula proyectada. Es difícil no pensar que esta información no se utiliza realmente para la toma de decisiones relevantes, y que se mantiene más por costumbre burocrática que por utilidad concreta.

También seguimos llenando planillas en papel —asistencia, calificaciones, reportes— que conviven con sistemas digitales que ya contienen esa información. Lo más paradójico es que en muchos casos los mismos sistemas informáticos ya generan los cálculos estadísticos, pero igual se nos exige hacerlos manualmente, en registros que nunca se actualizaron al calendario escolar actual. Las hojas no alcanzan, los cuadros no cierran, los tiempos tampoco.

Mientras tanto, en Secundaria, esas tareas las hacen preceptores, tutores, secretarios. Cada cierta cantidad de secciones hay personal específico asignado para tareas administrativas, de acompañamiento o seguimiento. En Primaria, en cambio, el docente de grado lo hace todo: enseña, acompaña, registra, calcula, llena, reparte, entrega, carga. Una carga de trabajo silenciosa, normalizada, desigualmente distribuida.

Además, esta diferencia de trato institucional entre niveles no es inocente. En secundaria se respeta la planificación como base profesional. En primaria se sigue esperando que “rindamos cuentas” todos los días. Esta diferencia no solo evidencia una desigualdad pedagógica, sino también una discriminación histórica con base sexista, que sigue considerando al Nivel Primario como “menor” y, por ende, menos digno de autonomía… y de salario. Porque sí, también cobramos menos, pese a tener la misma formación.

No se trata de evadir responsabilidades. Se trata de actualizar nuestras formas de trabajo a los marcos legales, pedagógicos y tecnológicos que hoy rigen. La carpeta diaria no es sinónimo de compromiso. Como tampoco lo es el llenado a mano de planillas en papel, ni la realización de cálculos que ya están automatizados. Necesitamos herramientas que nos ayuden a pensar, a enseñar mejor, no dispositivos de control que nos agotan y nos infantilizan.

Existen muchas formas válidas y potentes de documentar nuestras prácticas: carpetas por áreas, proyectos, cuadernos de producción, portafolios, bitácoras, registros digitales. Lo importante es que esas formas tengan sentido pedagógico, y que estén al servicio de los aprendizajes, no de una lógica burocrática que nadie revisa, que nadie lee, que nadie usa.

Como docente, creo que ya es hora de dejar atrás estas prácticas que nos sobrecargan y nos invisibilizan, y empezar a construir otras, basadas en la confianza, la autonomía y el respeto por nuestra tarea. Este no es solo un reclamo laboral; es también una defensa del derecho a enseñar con sentido, con libertad y con dignidad.

Por eso escribo esto. Porque no quiero seguir aceptando una estructura que atrasa. Y porque sé que no soy el único.

Si sentís lo mismo, te invito a sumarte al debate, a compartir tu experiencia, a alzar la voz. Tenemos derecho a trabajar con herramientas actuales, con reconocimiento real y con condiciones que estén a la altura de nuestra tarea.

Fernando Pelillo

Chat GPT me ayuda a fundamentar:

🧾 Fundamentación crítica sobre la no obligatoriedad de la “carpeta diaria” en el Nivel Primario

🏛 1. Marco normativo en tensión: una herencia anacrónica

La exigencia de llevar una “carpeta diaria de actividades” por parte de cada docente de grado se remonta al Reglamento General de Escuelas de la Provincia de Santa Fe, aprobado por el Decreto N.º 4720/61, en plena dictadura militar. Este reglamento:

  • Fue elaborado en un contexto de verticalismo autoritario y patriarcal, donde el rol docente, mayoritariamente femenino, se entendía como subordinado, sin autonomía pedagógica.
  • Prescribía prácticas de control minucioso sobre la actividad docente cotidiana, entre ellas la “carpeta diaria” a visarse por directivos, con fuerte impronta burocrática y poco sustento pedagógico.
  • Estaba dirigido a una formación normalista secundaria, donde las “maestras” eran concebidas como ejecutoras de una planificación externa, no como profesionales autónomas.

En contraste, hoy todos los y las docentes de primaria son profesores/as con formación terciaria y cuentan con título habilitante de nivel superior, al igual que sus pares de secundaria. La exigencia de llevar una carpeta diaria atenta contra la libertad de cátedra, reconocida incluso en la Ley de Educación Nacional N.º 26.206 (art. 51).


🎓 2. Profesionalización docente y libertad pedagógica

El sistema educativo argentino reconoce a los y las docentes como profesionales de la enseñanza, con capacidad de planificar, adaptar y evaluar en función de las características del grupo y los propósitos formativos.

Exigir una carpeta diaria uniforme, prolija y visada no responde a:

  • Las demandas de una educación inclusiva y situada, sino a una lógica de control y disciplinamiento del trabajo docente.
  • Las condiciones reales del aula actual: diversidad, multitarea, adaptación permanente.

La libertad de cátedra no significa hacer “lo que uno quiere”, sino poder tomar decisiones pedagógicas justificadas, priorizando los aprendizajes sobre la forma del registro.


📚 3. Los NAP, el enfoque por capacidades y la evaluación formativa

Desde 2006, con la implementación de los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios, el foco está en el desarrollo de capacidades y saberes significativos, no en la acumulación diaria de actividades escritas.

Los cuadernos, carpetas o registros pueden adoptar muchas formas:

  • Cuadernos por área,
  • Carpeta de producción matemática o literaria,
  • Carpeta de proyectos,
  • Portafolio individual o grupal,
  • Registros digitales u orales.

La evaluación formativa y continua, base del enfoque actual, se nutre de múltiples fuentes, no exclusivamente del registro escrito día por día.


⚖️ 4. Igual trabajo, igual reconocimiento: un reclamo pendiente

La persistencia de la carpeta diaria como exigencia en primaria y no en secundaria reproduce una discriminación histórica de origen sexista:

  • En secundaria, la planificación es por espacios curriculares y se respeta la autonomía profesional.
  • En primaria, aún se espera que las/os docentes “rindan cuentas” diariamente, reforzando una mirada infantilizadora y burocrática del rol.

Este trato desigual se refleja también en el nomenclador salarial, en el que las funciones en primaria históricamente se remuneran por debajo de las de secundaria, pese a la misma carga de formación.


✅ Conclusión

No exigir la carpeta diaria no significa desorden ni falta de compromiso docente. Significa actualizar las prácticas escolares a los marcos legales, pedagógicos y profesionales vigentes, y dejar atrás formas de control obsoletas que no contribuyen a la mejora real de la enseñanza.

Se propone, en su lugar, que cada equipo docente organice el registro pedagógico de manera acorde a su planificación, estilo y realidad de grupo, utilizando:

  • Carpetas por área o eje,
  • Cuadernos de producción,
  • Registros de avances por proyecto,
  • Muestras de trabajos,
  • Bitácoras docentes y de alumnos.

Esto fortalece el profesionalismo, la autonomía pedagógica y el respeto institucional por la tarea docente.

 

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