Por qué urge derogar el Reglamento General de Escuelas Primarias en Santa Fe
Hace más de seis décadas que el funcionamiento cotidiano de las escuelas primarias de la provincia de Santa Fe se rige por un reglamento redactado bajo una dictadura militar. El Reglamento General de Escuelas Primarias, aprobado por el Decreto N.º 4720/61, no es solo un documento viejo. Es una norma que arrastra consigo una visión autoritaria, patriarcal y centralista de la educación, absolutamente incompatible con los principios democráticos, pedagógicos y laborales que hoy deberían regir nuestra tarea.
En un momento histórico donde se habla de inclusión, diversidad, género, autonomía pedagógica, derechos laborales y transformación digital, resulta inaceptable que nuestras prácticas escolares sigan respondiendo a una matriz normativa que no reconoce ninguna de esas dimensiones.
📜 Un reglamento que nació en dictadura… y nunca se revisó
El Reglamento de 1961 fue concebido en un clima institucional de verticalismo extremo. Su enfoque es claramente disciplinador y controlador, más preocupado por el cumplimiento formal de rutinas que por el sentido pedagógico de la tarea docente. Está atravesado por la lógica de vigilancia sobre un cuerpo docente históricamente feminizad*, al que se le asigna un rol subordinado, ejecutor, sin voz ni autonomía.
Y sin embargo, en pleno siglo XXI, ese reglamento sigue vigente. Y sigue generando consecuencias prácticas en nuestras escuelas: la exigencia de la carpeta diaria, el control de la “presentación” de los docentes, la obligación de rendir informes escritos innecesarios, la carga administrativa que recae enteramente en el docente de grado, entre muchas otras.
⚖️ Lo que dice… y lo que ya no debería decir
Entre sus artículos más discutibles, el art. 390, inciso f, señala que el/la docente de grado debe “llevar la carpeta diaria con el detalle de las actividades realizadas y planificadas”, una exigencia que hoy atenta contra el derecho laboral a condiciones dignas de trabajo, ya que impone una carga que no existe en otros niveles (como el secundario) y que no tiene justificación pedagógica real.
Más allá de este punto, el reglamento ignora completamente:
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El principio de libertad de cátedra, garantizado en la Ley de Educación Nacional (art. 51).
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La perspectiva de género, clave en cualquier institución educativa en la actualidad.
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Los cambios en la inclusión educativa, que exigen dispositivos más flexibles y contextualizados.
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El uso de nuevas tecnologías: hoy la asistencia se carga en el portal “Mi Escuela”, y las libretas son digitales, sin embargo, seguimos obligando a lxs docentes a llenar registros en papel y hacer cálculos estadísticos manuales que ya realiza el sistema.
🏫 Desigualdades que se profundizan
En secundaria, cada cierta cantidad de secciones hay preceptorxs, tutorxs, secretarixs que cumplen funciones de registro, acompañamiento y gestión administrativa. En primaria, esas tareas recaen en su totalidad sobre el/la docente de grado. Es decir, misma formación, misma responsabilidad pedagógica, pero más tareas y menos reconocimiento. Esta desigualdad estructural, muchas veces naturalizada, es también una forma de violencia laboral y simbólica.
🧭 Una escuela democrática necesita un marco democrático
No se puede hablar de educación democrática con reglamentos autoritarios. No se puede formar ciudadanxs libres con estructuras que desconfían del criterio profesional docente. No se puede hablar de innovación pedagógica con normas que regulan la docencia como si fuera una práctica mecánica y previsible.
Es urgente iniciar un proceso participativo, plural y democrático para derogar y reemplazar el actual Reglamento General de Escuelas Primarias, adecuándolo a:
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El enfoque de derechos que guía el sistema educativo nacional.
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Los avances en perspectiva de género e inclusión.
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Las condiciones laborales y profesionales de lxs docentes actuales.
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Las transformaciones tecnológicas que atraviesan todos los niveles del sistema.
📣 No es un capricho. Es justicia laboral, institucional y pedagógica
Actualizar el reglamento no es un detalle técnico ni un gesto simbólico. Es una necesidad política y educativa de fondo. Es garantizar que nuestras escuelas primarias dejen de funcionar con normas diseñadas para controlar, vigilar y limitar, y empiecen a hacerlo con reglas pensadas para formar, acompañar, cuidar y enseñar.
Desde este espacio, como docente, invito a mis colegas, a directivxs, a sindicatos, a estudiantes y a quienes aman la escuela pública a sumarse a este reclamo. No podemos seguir enseñando bajo reglas que niegan lo que somos hoy.
No hay escuela democrática posible si no actualizamos los marcos que la sostienen.
